(Quechua: "El Melancólico) IV Inca. Hijo de Lloque Yupanqui y de Mama Cora, tenía cualidades excepcionales para el gobierno militar. De joven se distinguió por ser altanero, atletico y valiente; y, al participar en las reyertas de su familia con los Alcabizas, tuvo varios encuentros en los cuales resultó siempre victorioso, y acabó por someterlos.
La leyenda cuenta que los Alcabizas no podían sufrir las travesuras de Mayta Cápac, y decidieron que diez robustos indios se infiltrasen en la casa del Sol, donde vivían Lloque Yupanqui y su hijo, con la intención de matarlos. Mayta Cápac se hallaba jugando a las bolas con otros muchachos, en el patio de la casa, cuando entraron sus enemigos; al verlos cogió una piedra y con ella mató a uno, luego a otro, y por último arremetió contra los restantes, quienes lograron huir muy mal heridos.
Otros relatos lo presentan realizando tareas Herculeas, incursionando por la región boscosa del Antisuyo, venciendo terribles monstruos y serpientes gigantes, inventando los puentes colgantes y conquistado regiones lejanas en dirección al Contisuyo, fomentando las industrias y dando mucha importancia a la hechicería.
Las alabanzas parecen guardar el recuerdo de la habilidad y la energía del Sinchi que superó a sus antecesores en audacia y valor. Se casó con Mama Yacchi, una doncella perteneciente a la gran familia de los Cápac-Tocco, de Paruro, y fundó un Ayllu denominado Usca Mayta Panaca. Su tótem fue el pájaro Indi, que se conservaba encerrado en una petaca, desde que Manco Cápac lo trasladó desde Tampu-Tocco; y cuenta la tradición que Mayta Cápac, deseoso de saber qué guardaban sus antepasados con tanto celo, abrió la petaca, vio al pájaro Indi, y habló con él. Desde entonces quedó aconsejado acerca de lo que debía hacer, e informado acerca de todo lo que habría de suceder.
El Melancólico, tuvo cualidades extraordinarias para gobernar. Emprendió varias conquistas hacia el sur, con el fin de extender sus dominios, superando en audacia y espíritu de lucha a sus antepasados. Con 1200 hombres atravesó el Desaguadero haciendo fabricar grandes balsas y sometiendo a los altiplanenses. Incorporó al Imperio la abandonada ciudad religiosa del Tiahuanaco: santuario del Sol y de la Luna, con veneración y devoción.
De regreso al Cuzco envió un numeroso ejército hacia el oriente sometiendo a los Omaguas. Llegó hasta Chuquiapó y Charcas, de paso por la región de los Antis. Volviendo al Cuzco nuevamente armó un ejercito de 12,000 soldados, cruzó el río Apurímac, haciendo construir balsas y sometiendo a los Chumpihuilkas, Parinacochas, collaguas hasta la divina Arequipa.
Cuéntese que uno de los principales capitanes encantado del hermoso Valle de Arequipa, pidió al monarca que lo dejara como gobernador de esa región. Mayta Capác, le contestó: "Ari Kipay" (sí, quedaos), de estas palabras quechuas deriva el nombre de Arequipa. Así quedó incorporado el Contisuyo al Imperio, consiguiendo al mismo tiempo la confederación de diversas tribus que aceptaron formar parte de esa gran familia de los Incas.
La leyenda cuenta que los Alcabizas no podían sufrir las travesuras de Mayta Cápac, y decidieron que diez robustos indios se infiltrasen en la casa del Sol, donde vivían Lloque Yupanqui y su hijo, con la intención de matarlos. Mayta Cápac se hallaba jugando a las bolas con otros muchachos, en el patio de la casa, cuando entraron sus enemigos; al verlos cogió una piedra y con ella mató a uno, luego a otro, y por último arremetió contra los restantes, quienes lograron huir muy mal heridos.
Otros relatos lo presentan realizando tareas Herculeas, incursionando por la región boscosa del Antisuyo, venciendo terribles monstruos y serpientes gigantes, inventando los puentes colgantes y conquistado regiones lejanas en dirección al Contisuyo, fomentando las industrias y dando mucha importancia a la hechicería.
Las alabanzas parecen guardar el recuerdo de la habilidad y la energía del Sinchi que superó a sus antecesores en audacia y valor. Se casó con Mama Yacchi, una doncella perteneciente a la gran familia de los Cápac-Tocco, de Paruro, y fundó un Ayllu denominado Usca Mayta Panaca. Su tótem fue el pájaro Indi, que se conservaba encerrado en una petaca, desde que Manco Cápac lo trasladó desde Tampu-Tocco; y cuenta la tradición que Mayta Cápac, deseoso de saber qué guardaban sus antepasados con tanto celo, abrió la petaca, vio al pájaro Indi, y habló con él. Desde entonces quedó aconsejado acerca de lo que debía hacer, e informado acerca de todo lo que habría de suceder.
El Melancólico, tuvo cualidades extraordinarias para gobernar. Emprendió varias conquistas hacia el sur, con el fin de extender sus dominios, superando en audacia y espíritu de lucha a sus antepasados. Con 1200 hombres atravesó el Desaguadero haciendo fabricar grandes balsas y sometiendo a los altiplanenses. Incorporó al Imperio la abandonada ciudad religiosa del Tiahuanaco: santuario del Sol y de la Luna, con veneración y devoción.
De regreso al Cuzco envió un numeroso ejército hacia el oriente sometiendo a los Omaguas. Llegó hasta Chuquiapó y Charcas, de paso por la región de los Antis. Volviendo al Cuzco nuevamente armó un ejercito de 12,000 soldados, cruzó el río Apurímac, haciendo construir balsas y sometiendo a los Chumpihuilkas, Parinacochas, collaguas hasta la divina Arequipa.
Cuéntese que uno de los principales capitanes encantado del hermoso Valle de Arequipa, pidió al monarca que lo dejara como gobernador de esa región. Mayta Capác, le contestó: "Ari Kipay" (sí, quedaos), de estas palabras quechuas deriva el nombre de Arequipa. Así quedó incorporado el Contisuyo al Imperio, consiguiendo al mismo tiempo la confederación de diversas tribus que aceptaron formar parte de esa gran familia de los Incas.