Para evitar la catástrofe futura,
debemos actuar hoy.
Hagamos fuerza común en la Marcha Mundial por la Paz y la No Violencia, exigiendo a los que deciden:
• el desarme nuclear total a nivel mundial,
• el retiro inmediato de las tropas invasoras de los territorios ocupados,
• la reducción progresiva y proporcional del armamento convencional,
• la firma de tratados de no agresión entre países y
• la renuncia de los gobiernos a utilizar las guerras como medio para resolver conflictos.
La Marcha Mundial por la Paz y la No Violencia, es un llamado a la conciencia personal de cada uno de nosotros, es la voz que tenemos que levantar todos juntos, es una propuesta moral y es lo que necesitamos hacer en este momento difícil por el que atravesamos.
El horror de Hiroshima y Nagasaki no ha quedado atrás en la historia. Las imágenes del dolor y de la absurda muerte siguen vivas en nuestra conciencia pero al mismo tiempo alimentan nuestra profunda aspiración por un mundo donde nunca más sea posible esta atrocidad.
Hoy recordamos a las gentes de Hiroshima y Nagasaki para dignificar su memoria y fortalecer un movimiento mundial, abierto y diverso, que rechace toda forma de violencia y afirme al ser humano como máximo valor.
debemos actuar hoy.
El 6 de Agosto de 1945 a las 8 AM, el presidente Truman de EEUU ordenó arrojar la primera bomba atómica del mundo sobre Hiroshima. El 9 de Agosto de 1945, era lanzada la segunda bomba atómica sobre Nagasaki. En segundos las dos ciudades fueron arrasadas y miles de personas murieron en un instante. En los días posteriores fueron muriendo los que se encontraban más alejados de los centros de la explosión y los pocos supervivientes sufren aún hoy las consecuencias de la radiación, que se han ido transmitiendo a las generaciones posteriores. Días después se producía la rendición del Imperio japonés, marcando el fin de la Segunda Guerra Mundial.
Los autores de aquella masacre pretendieron justificarla alegando que era necesario forzar la rendición del enemigo, para evitar males mayores, pero la realidad es que aquella monstruosidad ha creado un peligro mucho mayor porque el ingenio nuclear que ellos alumbraron ha crecido y se ha multiplicado hasta amenazar la existencia de toda la humanidad.
Estados Unidos intentó mantener la exclusividad nuclear para que nadie más poseyera esa capacidad de destrucción. Sin embargo, en 1949 la Unión Soviética detonaba su propia bomba nuclear. Desde entonces, el Reino Unido, Francia, China, India, Pakistán, y Corea del Norte han desarrollado armamento nuclear. Hay, además, sospechas no desmentidas de que Israel también dispone de estas armas de destrucción masiva. Unas 30.000 cabezas nucleares amenazan hoy al mundo entero.
Aunque es alentador que los mandatarios de EEUU y Rusia hayan vuelto a poner el tema del desarme nuclear sobre la mesa de negociaciones, no podemos olvidar que vivimos un momento de alto riesgo. A los intereses irresponsables de las potencias nucleares y a la locura de grupos violentos con posible acceso a material nuclear de reducidas dimensiones, debemos agregar el riesgo de accidente que pudiera detonar un conflicto devastador.
Para evitar que se repita una catástrofe nuclear en el futuro debemos actuar hoy. Es necesario crear conciencia de la necesidad de distensión y de cooperación entre los pueblos. Es necesario actuar con decisión y valentía.
Los autores de aquella masacre pretendieron justificarla alegando que era necesario forzar la rendición del enemigo, para evitar males mayores, pero la realidad es que aquella monstruosidad ha creado un peligro mucho mayor porque el ingenio nuclear que ellos alumbraron ha crecido y se ha multiplicado hasta amenazar la existencia de toda la humanidad.
Estados Unidos intentó mantener la exclusividad nuclear para que nadie más poseyera esa capacidad de destrucción. Sin embargo, en 1949 la Unión Soviética detonaba su propia bomba nuclear. Desde entonces, el Reino Unido, Francia, China, India, Pakistán, y Corea del Norte han desarrollado armamento nuclear. Hay, además, sospechas no desmentidas de que Israel también dispone de estas armas de destrucción masiva. Unas 30.000 cabezas nucleares amenazan hoy al mundo entero.
Aunque es alentador que los mandatarios de EEUU y Rusia hayan vuelto a poner el tema del desarme nuclear sobre la mesa de negociaciones, no podemos olvidar que vivimos un momento de alto riesgo. A los intereses irresponsables de las potencias nucleares y a la locura de grupos violentos con posible acceso a material nuclear de reducidas dimensiones, debemos agregar el riesgo de accidente que pudiera detonar un conflicto devastador.
Para evitar que se repita una catástrofe nuclear en el futuro debemos actuar hoy. Es necesario crear conciencia de la necesidad de distensión y de cooperación entre los pueblos. Es necesario actuar con decisión y valentía.
Hagamos fuerza común en la Marcha Mundial por la Paz y la No Violencia, exigiendo a los que deciden:
• el desarme nuclear total a nivel mundial,
• el retiro inmediato de las tropas invasoras de los territorios ocupados,
• la reducción progresiva y proporcional del armamento convencional,
• la firma de tratados de no agresión entre países y
• la renuncia de los gobiernos a utilizar las guerras como medio para resolver conflictos.
La Marcha Mundial por la Paz y la No Violencia, es un llamado a la conciencia personal de cada uno de nosotros, es la voz que tenemos que levantar todos juntos, es una propuesta moral y es lo que necesitamos hacer en este momento difícil por el que atravesamos.
El horror de Hiroshima y Nagasaki no ha quedado atrás en la historia. Las imágenes del dolor y de la absurda muerte siguen vivas en nuestra conciencia pero al mismo tiempo alimentan nuestra profunda aspiración por un mundo donde nunca más sea posible esta atrocidad.
Hoy recordamos a las gentes de Hiroshima y Nagasaki para dignificar su memoria y fortalecer un movimiento mundial, abierto y diverso, que rechace toda forma de violencia y afirme al ser humano como máximo valor.